Fue la primera en narrar con voces superpuestas, las mismas que oía y vulneraban su mente bipolar. Después de romper todas las barreras de la moral victoriana un día llenó de piedras los bolsillos del abrigo y se ahogó en el río Ouse
En un diminuto apartamento que daba al puerto de Antibes pasaba sus últimos años el escritor, sentado en un butacón frente al mar con doce botellas de J&B
En aquel viaje iniciático en busca de un escritor, en mi caso no era Truman Capote ni Scott Fitzgerald ni J. D. Salinger, sino esa periodista que había estado en la Guerra Civil