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Seis balazos israelíes matan a Amir Rabee, un palestino-estadounidense de 14 años

El padre del menor lamenta la pasividad de las autoridades de Washington y pide a Trump que “deje de mandar armas con las que se mata a sus ciudadanos”

Un grupo de niños durante el funeral del menor palestino-estadounidense de 14 años Amir Rabee, asesinado por disparos del ejército de Israel en la tarde del domingo en la localidad de Turmusaya (Cisjordania ocupada).Foto: Luis de Vega | Vídeo: EPV
Luis de Vega

“Un israelí que dispare a un vecino de Turmusaya tiene un 80% de probabilidades de herir o matar a un ciudadano con doble nacionalidad”, afirma Yaser Alkam, portavoz municipal de esta localidad de la Cisjordania ocupada de algo más de 2.000 habitantes refiriéndose al elevado número de vecinos que disponen de pasaporte extranjero, principalmente de Estados Unidos. Y así ocurrió en la tarde de este domingo, cuando varios militares israelíes acabaron a balazos con la vida de Amir Rabee, palestino-estadounidense de 14 años, e hirieron a otros dos de 15. El ataque tuvo lugar pocas horas antes de que el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, aterrizara en Washington para reunirse con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

“Quiero mandar un mensaje al presidente Trump, para que, al menos, acabe con esta situación y deje de mandar armas con las que se mata a sus ciudadanos”, reclama el padre del menor, Mohamed Rabee, de 49 años que. Responde a las preguntas de EL PAÍS a mediodía del lunes durante el funeral, a la entrada de la mezquita de Turmusaya y a unos metros del cuerpo de su hijo amortajado con la bandera palestina. Como en ocasiones similares anteriores, las autoridades de Israel afirman que lo han matado porque era un “terrorista” que lanzaba piedras.

“Seis balazos: dos en el corazón, dos en la espalda y dos en la cabeza”, destaca el padre, al tiempo que muestra tanto su pasaporte como el de su hijo, expedido el pasado 23 de septiembre. Amir nació en el Estado de Nueva Jersey el 5 de mayo de 2010, pero su progenitor lamenta lo que considera abandono por parte de las autoridades estadounidenses. “Incluso aunque hubiera hecho algo, se supone que no deberían haberlo matado de esa forma”, lamenta Mohamed antes de acceder al interior y sentarse a escuchar el sermón junto al cuerpo. En primera fila, una treintena de niños de varias edades sentados en la alfombra rodean la camilla donde reposan los restos de Amir. “Lo han asesinado a sangre fría”, defiende Yaser Alkam.

“Hoy es un día de tristeza y de duelo, pero, a la vez, de celebración porque tenemos un nuevo mártir”, señala el alcalde, Lafi Shalaby, refiriéndose a un nuevo muerto por la causa palestina. “Esta localidad está orgullosa de que uno de sus niños sea mártir”, recalca en los alrededores de la mezquita entre decenas de personas que integran el cortejo fúnebre. Muchas de las familias de Turmusaya son emigrantes que van y vienen de forma constante desde hace generaciones, explica. La suya es una de ellas. El alcalde afirma que tiene cinco de sus hermanos y otros familiares residiendo en Las Palmas de Gran Canaria, donde también falleció su padre en 2002.

Mohamed Rabea muestra los pasaportes estadounidenses suyo y de su hijo Amir Rabee, palestino-estadounidense de 14 años, asesinado por disparos del ejército de Israel el domingo en la localidad de Turmusaya (Cisjordania ocupada).

“Trump permite lo que está pasando. Mira, nada más llegar al cargo eliminó las sanciones que su país había impuesto a los colonos. Los palestinos creo que no somos para él ni siquiera ciudadanos de segunda clase”, comenta el portavoz municipal, mientras insiste en que no disponen de un protocolo de coordinación con las autoridades estadounidenses en la zona para casos de emergencia como el del ataque del domingo. Rafeh Jbara, de 15 años y también nacido en Nueva Jersey, pertenece a otra de esas familias que viven entre EE UU y Palestina. “Con Trump creo que todo irá a peor”, vaticina rodeado de jóvenes curiosos ante la presencia de reporteros. “He vivido 23 años de mi vida en EE UU, casi siempre en California, y no me gusta nada lo que está haciendo ese país”, valora por su parte Rachid Aziz, de 53 años, otro vecino con doble nacionalidad.

Huelga general

En el exterior de la mezquita es fácil también ver a chavales corretear por los alrededores alternando el árabe con el inglés mientras ondean banderas palestinas junto a los carteles adheridos a las paredes con la foto del adolescente asesinado que anuncian que en el pueblo hay un nuevo “mártir”, como llaman a los caídos por la causa palestina). “Fatah está de luto”, se lee junto a la imagen en las condolencias que ofrece el movimiento político que lidera la Autoridad Nacional Palestina (ANP). En Turmusaya solo se aprecian idas y venidas de población en torno al funeral de Amir Rabee, pues Cisjordania vive este lunes una jornada de huelga general y todo permanece cerrado en protesta por la contienda en Gaza. Entre la quietud reinante, salpican la localidad grandes villas que simbolizan y recuerdan el progreso de los que se marchan al extranjero. Y no solo a EE UU.

Entierro del menor palestino-estadounidense de 14 años Amir Rabee, asesinado por disparos del ejército de Israel en la tarde del domingo en la localidad de Turmusaya (Cisjordania ocupada).

El ejército israelí no ha ocultado esta vez que sus hombres han sido los responsables de acabar con la vida del adolescente. Los portavoces castrenses emitieron un comunicado en la noche del domingo: “Durante una actividad operativa de combatientes de la Unidad 636 en el área de Turmusaya de la Brigada de Samaria (nombre bíblico que emplean para el norte de Cisjordania), las fuerzas identificaron a tres terroristas que estaban lanzando piedras a una carretera con vehículos civiles”. Y añade: “Los combatientes dispararon contra los terroristas que representaban un peligro para los civiles, matando a uno de ellos e hiriendo a los otros dos”. Adjuntan como prueba unas imágenes de vídeo borrosas y en blanco y negro en las que se intuyen tres sombras moviéndose y en las que es imposible identificar a nadie.

El padre de Amir es concluyente al ser preguntado por ese vídeo. “Nadie puede demostrar que mi hijo sea uno de ellos”, afirma. “Tienen, sin embargo, vídeos claros de los colonos y los soldados quemando casas en Turmusaya y matando a gente”, agrega refiriéndose a la impunidad reinante en medio de los frecuentes ataques que las tropas de ocupación y los colonos judíos llevan a cabo en la zona contra palestinos. Hace pocos días moría otro menor con doble nacionalidad, en este caso palestino-brasileña. En este caso, se desvaneció en la cárcel israelí donde llevaba detenido desde septiembre y un informe de su autopsia cita la inanición como primera posible causa del deceso. Distintas organizaciones humanitarias tanto israelíes como palestinas dan cuenta de esa realidad en las prisiones y en los territorios ocupados a diario.

Los vecinos de Turmusaya no vinculan los ataques en su localidad de manera exclusiva a la actual guerra de Gaza, que estalló en octubre de 2023 y que ha disparado de manera paralela también la violencia en Cisjordania. Insisten es que es algo estructural y que los colonos a menudo llegan, además de armados, vestidos con uniforme militar, denuncia Yaser Alkam, el portavoz municipal. “Nos quedaremos y, si es necesario, sacrificaremos nuestras vidas, pero no nos iremos ni de nuestras casas ni de nuestras tierras”, subraya. Mientras, varios cientos de personas avanzan desde la mezquita hacia el cementerio entre gritos de rabia. Algunos de ellos portan sobre los hombros el cuerpo del joven Amir, la última víctima de la ocupación israelí en Turmusaya.

Entierro del menor palestino-estadounidense de 14 años Amir Rabee, asesinado por disparos del ejército de Israel en la tarde del domingo en la localidad de Turmusaya (Cisjordania ocupada).

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Sobre la firma

Luis de Vega
Ha trabajado como periodista y fotógrafo en más de 30 países durante 25 años. Llegó a la sección de Internacional de EL PAÍS tras reportear en la sección de Madrid. Antes trabajó en el diario Abc, donde entre otras cosas fue corresponsal en el norte de África. En 2024 ganó el Premio Cirilo Rodríguez para corresponsales y enviados especiales.
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