window.arcIdentityApiOrigin = "https://publicapi.elpais.noticiaspernambucanelpais.noticiaspernambucanas.com";window.arcSalesApiOrigin = "https://publicapi.elpais.noticiaspernambucanelpais.noticiaspernambucanas.com";window.arcUrl = "/subscriptions";if (false || window.location.pathname.indexOf('/pf/') === 0) { window.arcUrl = "/pf" + window.arcUrl + "?_website=el-pais"; }El rastro de Dios en la madera carcomida | Babelia | EL PAÍSp{margin:0 0 2rem var(--grid-8-1-column-content-gap)}}@media (min-width: 1310px){.x-f .x_w,.tpl-noads .x .x_w{padding-left:3.4375rem;padding-right:3.4375rem}}@media (min-width: 1439px){.a .a_e-o .a_e_m .a_e_m .a_m_w,.a .a_e-r .a_e_m .a_e_m .a_m_w{margin:0 auto}}@media (max-width: 575.98px){.z-hi .b-m .c-m .c_tx{padding:17px 30px 40px}.z-hi .b-m .c-m .c_tx .c_t{font-size:2rem;line-height:2.125rem;letter-spacing:-.08px}._g-xs-none{display:block}.cg_f time .x_e_s:last-child{display:none}.scr-hdr__team.is-local .scr-hdr__team__wr{align-items:flex-start}.scr-hdr__team.is-visitor .scr-hdr__team__wr{align-items:flex-end}.scr-hdr__scr.is-ingame .scr-hdr__info:before{content:"";display:block;width:.75rem;height:.3125rem;background:#111;position:absolute;top:30px}}@media (max-width: 767.98px){.btn-xs{padding:.125rem .5rem .0625rem}.x .btn-u{border-radius:100%;width:2rem;height:2rem}.x-nf.x-p .ep_l{grid-column:2/4}.x-nf.x-p .x_u{grid-column:4/5}.tpl-h-el-pais .btn-xpr{display:inline-flex}.tpl-h-el-pais .btn-xpr+a{display:none}.tpl-h-el-pais .x-nf.x-p .x_ep{display:flex}.tpl-h-el-pais .x-nf.x-p .x_u .btn-2{display:inline-flex}.tpl-ad-bd{margin-left:.625rem;margin-right:.625rem}.tpl-ad-bd .ad-nstd-bd{height:3.125rem;background:#fff}.tpl-ad-bd ._g-o{padding-left:.625rem;padding-right:.625rem}.a_k_tp_b{position:relative}.a_k_tp_b:hover:before{background-color:#fff;content:"\a0";display:block;height:1.0625rem;position:absolute;top:1.375rem;transform:rotate(128deg) skew(-15deg);width:.9375rem;box-shadow:-2px 2px 2px #00000017;border-radius:.125rem;z-index:10}} Ir al contenido
_
_
_
_

El rastro de Dios en la madera carcomida

Una muestra en León examina el valor de culto de las imágenes sacras a través de una serie de objetos extraídos de sacristías contrapuestos con obras contemporáneas

Relicarios y vasallo en la exposición 'Una distancia insalvable', en la Fundación Cerezales de León.

La fascinación por las pinturas y esculturas sacras que llenan iglesias y monasterios tiene que ver con lo que Walter Benjamin llamó el “valor de culto” de las imágenes, una forma que tiene la obra de convocar una lejanía. Este valor se alía con el misterio y necesita de cierta ocultación y relación con la magia para sostenerse. El catolicismo añadió un sinnúmero de estrategias para salvaguardar ese espacio: arquitecturas efímeras, procesiones y nuevos rituales que buscaban proteger el valor de culto de las imágenes. Sin embargo, esta labor dejaba también muchos huecos por los que las imágenes se nos acercaban más de lo deseado. Lutero lo sospechaba, aunque incluso él pidiera a los destructores de imágenes que le dejaran conservar crucifijos y cuadros de la Virgen “para rememoración”. Ya en el siglo XX, Benjamin advirtió que la reproductibilidad técnica aniquilaba esa distancia. Las masas de la modernidad, con el cine y la fotografía, aspiraban a eliminar la autenticidad de las obras: “quitarle su envoltura a cada objeto, triturar su aura”.

En la Fundación Cerezales Antonino y Cinia, a unos 30 kilómetros de León, el comisario Joaquín Jesús Sánchez se pregunta por lo que queda de ese valor de culto en la exposición Una distancia insalvable. Para ello, ha visitado cuatro monasterios de la zona y el archivo diocesano de León, con el fin de que una serie de objetos respondan sobre la supervivencia de su valor de culto cuando son desplazados desde sus lugares sacralizados a la sala de un museo. El experimento no es nuevo: Val del Omar llevó a cabo el ejercicio contrario cuando rodó Fuego en Castilla en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid, pero los objetos que hoy vemos en la sala diáfana de Cerezales no son las grandes obras de autores consagrados. En muchos casos, han estado años arrumbados en las sacristías hasta que los han traído a la fundación. ¿Qué sucede con el aura de los restos de cantería de un convento en ruinas? ¿Llaman a Dios unas placas fotográficas?

Las historias de los objetos nos dan algunas pistas. El relicario más grande de la sala, de madera policromada, representa a san Geroteo y estaba en el monasterio de Santa María de Sandoval. San Geroteo fue un obispo inventado por el jesuita Román de la Higuera, que en el siglo XVI dio un fundador a cada diócesis. “A los pocos años de la invención, los monjes de Sandoval encontraron su calavera en los jardines del monasterio”, cuenta el comisario. Las monjas de Santa María la Real de Gradefes, único monasterio prestador en activo, han cedido un sepulcro de piedra del siglo X —vacío, claro—. Está fuera de la sala, en el césped que rodea la nave de madera de la fundación, y girado para que veamos la silueta que el cantero labró dentro. ¿Quiso que el cuerpecito se amoldara al hueco? ¿Es un recuerdo de la persona que estuvo allí? La muestra habla no solo de distancias, sino también de juegos entre presencias y ausencias.

Las ausencias continúan a través de objetos que no están en la sala y de los que solo queda un recuerdo espectral: el archivero de León no dejó que las placas fotográficas salieran de su dominio y en su lugar vemos fotos que hizo el comisario. La conservación de muchos objetos es precaria: el santo sin rostro estaba escondido entre un muro y un confesionario, a san Geroteo le habían puesto una señal de “no aparcar” al lado… El misterio linda aquí con un debate más amplio sobre propiedad, jerarquía y desamortización.

Para acercar este relato, el comisario cuenta con la labor de varios artistas contemporáneos que han trabajado sobre la premisa de la exposición (Raquel G. Ibáñez, Luis Vassallo y José Miguel Pereñíguez), y con la obra de otros tantos que complementan los significados (Martínez Bellido, Juliana Cerqueira Leite y Jorge Diezma). Vassallo, por ejemplo, ha ideado unas lunas y discos solares que refieren al sentido mágico, junto con un humilde orante en hierro y un monte de cartón, al modo de una escenografía, que traen a colación el sentir monástico y superan la ironía facilona, que serían los grandes peligros de la exposición. Por otro lado, Ibáñez, en una obra más cercana a la instalación, ha dispuesto la grabación de un órgano “ahogado” (va perdiendo el fuelle conforme avanza la pieza musical) junto a piezas de vidrio soplado. Es una metáfora sonora de estos objetos que parecen ir ahogándose en la lejanía, con sus cantos místicos sonando cada vez más deformados. La presencia de estos artistas contemporáneos contribuye al baile de distancias entre lo ajeno y lo profano, entre lo que fue adorado algún día y lo que apenas acertamos a comprender entre las ruinas.

‘Una distancia insalvable’. Fundación Cerezales Antonino y Cinia. Cerezales del Condado (León). Hasta el 15 de junio.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad , así podrás añadir otro . Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_