Lorenzo Silva y ‘Las fuerzas contrarias’: Bevilacqua y Chamorro siguen contándonos España a ritmo de buen policial
La nueva entrega de la pareja de guardias civiles se enmarca en la pandemia y prueba la vitalidad de una serie que ya es historia del género


¿Cómo se maneja un personaje 30 años después de su creación? ¿Y dos? Esas son las primeras preguntas que surgen al abrir una nueva entrega de Bevilacqua y Chamorro, los dos guardias civiles con los que Lorenzo Silva ha entrado en la historia de la novela negra española. Están cansados, (hace casi 27 años de la publicación de El lejano país de los estanques, tres décadas desde que los creara), se conocen demasiado bien, pero guardan todas las esencias de dos extraordinarios personajes enmarcados en buenos policiales. Y van 14 entregas con esta que nos ocupa, Las fuerzas contrarias (Destino).
La trama se sitúa en la explosión de covid en marzo de 2020, una apuesta arriesgada si no fuera por el crimen que sirve de motor para la trama: quién está matando a determinadas personas mayores aprovechando una coyuntura en la que nadie mira en detalle a los muertos. Y, claro, como diría Harry Bosch sobre las víctimas: “Si no importan todas no importa ninguna”. O, en palabras del cabo Arnau imitando a Bevilacqua: “Somos lo único que tienen los que, como ella, ya no tienen nada”. “A veces debería ahorrarme esas frases estupendas”. Reacciona el citado con buena carga de autoconciencia. “No serías tú”, le responde Chamorro en un ágil diálogo a tres bandas donde la primera persona que comanda siempre estas novelas se diluye un poco en beneficio de los secundarios.
Son muchos años cabalgando juntos y el lector aficionado se encuentra no solo a los dos protagonistas sino también al citado Arnau y a la inigualable Inés Salgado o a otros invitados de lujo como el comandante Ferrer y el amigo López, al que vimos en asuntos internos en uno de los momentos más tensos de la serie, un “buena ley”, un personaje íntegro muy del estilo de los que salen de la pluma de Silva. Pero esta novela, reconoce el propio autor, es toda entera para Vila y Chamorro, para celebrar su carrera junto a los lectores. La relación entre ambos, siempre tan compleja, alcanza un nivel especial, parecido aunque no tan evidente al de Lejos del corazón, el momento más tenso entre los dos, cuando si terminaron o no por romper con esa tensión sexual no resuelta queda a la imaginación del lector.
El procedimental es, marca de la casa, de los que está medido hasta el último detalle. Maneja Silva tan bien los resortes del género que la otra trama, con Arnau y un asesino de mujeres, un incel de manual, reaparece para ser resuelta en el justo instante en el que el lector se preguntaba por ella. Y la realidad, la que todos sufrimos y casi hemos olvidado aquel fatídico marzo de 2020 está retratada con pulso.
Desde el brillante arranque de El lejano país de los estanques, la pertenencia de Vila y Chamorro a la Guardia Civil, en su unidad central de Madrid, le daba al autor la excusa para llevarlos por toda la geografía española. En El alquimista impaciente, la segunda de la serie, Vila ya califica a Chamorro de “indispensable”. A esas alturas llevaban un año escaso patrullando juntos. Ella todavía se sonrojaba mucho y ya era un personaje de muchos quilates. Viajan en coches incautados a los criminales, mucho mejores unas veces que otras, sobreviven con sueldos dignos pero muy justos, ascienden, despacio, en el escalafón. Y miran de frente a lo peor del ser humano. “La elección de Vila como investigador de delitos contra las personas no fue voluntaria, pero luego me ha permitido una mirada sobrecogedora sobre el ser humano, porque los crímenes que investiga los puede cometer cualquiera”, reconocía el autor a EL PAÍS en 2018, con motivo de la publicación de Lejos del corazón sobre la naturaleza de su trabajo investigador.
Las novelas de Vila y Chamorro han sido un termómetro constante de los temas que preocupaban a la sociedad española. Sin diagnóstico o ideología, puro paisaje bien construido, en Las fuerzas contrarias nos encontramos con la pandemia como en La marca del meridiano ocurría con la corrupción policial y la situación de Cataluña o en Desde los escorpiones con las guerras contemporáneas en las que España se vio implicada, sin olvidar la huella del terrorismo de ETA, eje central de El mal de Corcira, una de las mejores entregas de la serie. Con ella viajó al pasado de Vila con la idea de ir completando la vida de ficción de este guardia civil de origen uruguayo. ¿Qué nos espera en próximas entregas? ¿Montevideo, quizás?
En las páginas finales da alguna sorpresa y deja intuir las líneas de la decimoquinta entrega. El propio Silva comenta a EL PAÍS que Vila pasará a tener un destino en la UCO, “lo que quiere decir que podrá intervenir en otras investigaciones, no solo homicidios, aunque con Chamorro seguirá colaborando en ese ámbito”. Les queda cuerda y lo celebramos. Larga vida.

Las fuerzas contrarias
Destino, 2024
408 páginas, 22,90 euros
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