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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

‘Blaubeeren’: Peris-Mencheta desmenuza la banalidad del mal con precisión puntillista

En su nuevo trabajo como director teatral, Peris-Mencheta se sumerge en la vida cotidiana de los verdugos de Auschwitz con sobriedad pero también con emoción

Escena de la obra 'Blaubeeren'.
Raquel Vidales

La palabra Holocausto emite imágenes atroces. Muchas proceden de Auschwitz, el mayor campo de exterminio del nazismo. Blaubeeren, el nuevo espectáculo dirigido por Sergio Peris-Mencheta, se basa precisamente en fotografías tomadas en Auschwitz, pero no esas que vienen en primer término a la mente, sino otras en las que ni siquiera se atisba el horror. Son instantáneas de la vida cotidiana de los oficiales de las SS.

El texto, escrito en EE UU por Moisés Kaufman y Amanda Gronich, fue finalista al Pulitzer el año pasado y es inevitable relacionarla con La zona de interés, la oscarizada película de Jonathan Glazer que recrea la vida familiar de uno de los comandantes de Auschwitz, inspirada en el libro homónimo de Martin Amis. Pero la obra teatral, en una sustanciosa pirueta temporal, añade una capa: parte del descubrimiento en 2007 del álbum de Karl Höcker, asistente de otro comandante de Auschwitz, para trasladar al presente la cuestión de la banalidad del mal acuñada por Hannah Arendt hace seis décadas. Es decir, por un lado pone en evidencia la teoría de Arendt con un minucioso repaso a las fotografías, mientras que por otro interpela al espectador actual: ¿qué pasa con las imágenes que muestran los horrores de hoy, algunos perpetrados por los que entonces fueron víctimas?

La cuestión sobrevuela la función. Pero ni el texto ni la escenificación de Peris-Mencheta la explicitan. No hace falta: las fotografías hablan solas si realmente te paras a mirarlas. Justo eso es lo que propone la obra al elegir como protagonistas a los trabajadores del Museo del Holocausto de EE UU que recibieron el álbum de Höcker. Les acompañamos en sus análisis de las fotografías, que se van proyectando a gran tamaño en escena, pero también en sus dudas y debates éticos. ¿Debe un centro dedicado a las víctimas exponer a su lado retratos de sus verdugos? ¿Cómo es posible que esas personas tan “normales” fueran capaces de llevar una vida tan “normal” mientras ejecutaban aquella masacre? Y las sonrientes taquígrafas y mecanógrafas que aparecen en una imagen comiendo arándanos… ¿lo sabían? Blaubeeren, por cierto, significa arándanos en alemán y el título de la pieza no es casual: aquí hemos venido a fijarnos en los detalles. Las cosas que parece que no tienen importancia pero que son reveladoras.

La primera parte del texto adopta un estricto tono documental. El montaje de Peris-Mencheta abraza ese registro y es irable por su deliberada contención, dado el tema que trata, pero a la vez resulta un tanto frío. Por otra parte, no parece haber otra manera de abordar el asunto sin caer en sentimentalismos o, peor todavía, la trivialización del sufrimiento. La cosa cambia cuando la historia empieza a llenarse de personajes: desde la encarnación de Höcker hasta descendientes de nazis que aparecen en las fotos.

Son los personajes los que aportan emoción al teatro documental. En ese sentido, el espectáculo de Peris-Mencheta va in crescendo hasta alcanzar el clímax en el último tercio. Sobre todo cuando sale a escena, como contrapunto pero sin estridencias, el álbum de Lili Jacob, una superviviente que encontró fotografías de las víctimas hechas por los nazis. La puesta en escena es aparentemente sobria, pero en realidad está llena de detalles puntillistas que contribuyen al aumento progresivo de la tensión dramática. De pronto un sonido, una luz, un personaje resaltado en una fotografía, un silencio, música, oscuro. Todo se desencadena en el momento preciso. Todo ello apoyado en una escenografía dominada por dos muros que contienen una poderosa fuerza trágica.

Pero si hablamos de personajes, debemos hablar también de actores. El elenco de Blaubeeren es de esos que funcionan como un solo cuerpo. Cada actor tiene su momento, pero se enriquecen mutuamente.

Blaubeeren

Texto: Moisés Kaufman y Amanda Gronich. Dirección: Sergio Peris-Mencheta

Reparto: Clara Alvarado, Víctor Clavijo, Eric de Loizaga, Nacho López, Irene Maquieira, Natxo Núñez, María Pascual, Paloma Porcel.

Teatros del Canal. Madrid. Hasta el 29 de junio.

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Sobre la firma

Raquel Vidales
Jefa de sección de Cultura de EL PAÍS. Redactora especializada en artes escénicas y crítica de teatro, empezó a trabajar en este periódico en 2007 y pasó por varias secciones del diario hasta incorporarse al área de Cultura. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.
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