Los incendios provocan una pérdida de bosques histórica: los tropicales desaparecen a un ritmo de 18 campos de fútbol por minuto
Los fuegos desplazaron por primera vez a la agricultura como causa principal de la deforestación en 2024, indica el análisis anual de Global Forest Watch


El aumento de grandes incendios provocó en 2024 una pérdida global de bosques en el mundo sin precedentes hasta alcanzar “máximos históricos”. Solo la desaparición de bosques tropicales primarios alcanzó los 6,7 millones de hectáreas, casi el doble que en 2023, ocupando un área del tamaño de Panamá. Esta cobertura arbórea se esfuma a un ritmo de 18 campos de fútbol por minuto, señala el análisis anual de Global Forest Watch (GFW), una plataforma que recoge datos mundiales sobre la situación de los bosques.
Brasil, Bolivia, Colombia, la República Democrática del Congo o la República del Congo, son algunos de los países que sufrieron el mayor varapalo. La buena noticia llega desde el sudeste asiático, donde hay señales de progreso. Indonesia consiguió bajar la devastación un 11% frenando los incendios, incluso en medio de sequías generalizadas. Greenpeace señala que este país ha perdido la cuarta parte de sus bosques en los últimos 25 años, provocado sobre todo por la quema de la selva. Malasia, otro de los puntos calientes de la deforestación, bajó un 13% y salió del top 10 de países más castigados por este motivo.
La disminución total de cobertura arbórea va más allá de los trópicos y se incrementó de forma global (además de los bosques primarios) un 5% con respecto a 2023: se acabó con 30 millones de hectáreas de masa forestal. “Un área del tamaño de Italia”, pone como ejemplo GFW. Los grandes fuegos de Canadá y Rusia impulsaron el incremento, y provocaron que la organización detectara importantes incendios tanto en los trópicos como en los bosques boreales por primera vez.
Es un escenario que “no se parece a nada que hayamos visto en más de 20 años de datos. Es una alerta roja global”, señala en un comunicado Elizabeth Goldman, codirectora de GFW y miembro del World Resources Institute (WRI), organización científica para abordar desafíos ambientales y de desarrollo.
Con estos datos, GFW concluye que los incendios han desplazado a la agricultura como responsable tradicional de las pérdidas de bosques primarios. Estos representan “casi el 50% de toda la destrucción”, mientras que en años anteriores solo era de un 20%.
La situación se complicó debido a que el año pasado fue el más cálido registrado hasta ahora: el calentamiento del planeta alcanzó por primera vez en un año el límite de 1,5 grados. Las condiciones extremas debidas al cambio climático unidas al fenómeno de El Niño hicieron que los fuegos fueran más intensos y difíciles de controlar. El Niño es un patrón natural que hace que las temperaturas de la superficie del agua en las áreas tropicales del océano Pacífico aumenten, lo que acaba teniendo efectos en el clima global.
La amenaza se cierne cada vez más sobre los bosques tropicales y no es una cuestión baladí por el papel fundamental que cumplen en la conservación de la biodiversidad mundial. “Son una gran fábrica de oxígeno y absorben buena parte del dióxido de carbono [uno de los principales gases de efecto invernadero] que se emite a la atmósfera”, señala la ONG conservacionista WWF. En ellos vive el 80% de los animales terrestres, la mitad de las especies animales y de plantas conocidas y son el hogar de muchos pueblos indígenas que dependen de esta selva.
Las consecuencias de la pérdida de vegetación son tremendas. “A nivel mundial, los incendios emitieron 4,1 gigatoneladas de gases de efecto invernadero, multiplicando por cuatro las emisiones de todos los vuelos que se realizaron en 2023″, señalan los datos de GFW. Además, empeoraron la calidad del aire, provocaron problemas con los suministros de agua y amenazaron la vida y los medios de subsistencia de millones de personas que dependen de este tipo de hábitat.
Todo ello en un escenario en el que más de 140 países se comprometieron a detener la pérdida de bosques para 2030 en la Declaración de los Líderes de Glasgow sobre Bosques y Uso de la Tierra, firmada en la COP26 de 2021. Solo quedan cinco años y, de los 20 países con mayor superficie de vegetación de ese tipo, “17 registran hoy una pérdida mayor que cuando se firmó el acuerdo”, concreta el informe.
Los incendios son naturales en algunos ecosistemas, recuerda la organización, pero en los bosques tropicales la deforestación es causada por el ser humano en su mayoría, bien porque se inician en tierras agrícolas o para preparar nuevas áreas de cultivo. Y aunque los bosques tienen capacidad para recuperarse de las llamas, la combinación de deforestación para conseguir tierras de cultivo con el clima cambiante “pueden dificultar esa recuperación y aumentar la probabilidad de incendios futuros”, advierte la organización.
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