Retrato de una fotoperiodista asesinada en Gaza un día después de que la película fuera seleccionada en Cannes: “Occidente se ha escondido”
La directora Sepideh Farsi presenta en el festival un documental sobre sus videollamadas durante un año con la fotógrafa gazatí Fátima Hassouna, que murió en un bombardeo israelí


“¿Sabes lo que pasa? Que nunca nos ganarán, porque no tenemos nada que perder". En la pantalla, la fotoperiodista palestina Fatima Hassouna sonríe y se confiesa a su interlocutora, la veterana directora iraní Sepideh Farsi (Teherán, 60 años). En realidad, como bien sabía, sí tenía algo que perder, su vida, y esa se la arrebató un bombardeo del ejército israelí en el norte de Gaza el pasado 16 de abril —a ella y a lo que quedaba de su familia, otros 10 palestinos— justo un día después de que Farsi le llamara y le contara que el documental que estaba haciendo sobre ella, Put Your Soul on Your Hand and Walk, había sido seleccionado en Cannes.
En el certamen francés, Farsi habla entre el dolor y la rabia sobre una mujer a la que nunca llegó a conocer físicamente. En abril de 2024 la cineasta, que vive exiliada en París, buscó a una palestina que le contara cómo era la vida en Gaza, el día a día bajo el ataque constante israelí, tras intentar ella misma entrar infructuosamente en la franja. A través de una amiga común logró hablar con una joven fotoperiodista, Fátima Hassouna, que tenía entonces 24 años. Esa primera videollamada ya está en el documental, compuesto solo de esas conversaciones que Farsi graba con un segundo móvil, mientras en el primero se ve a ambas en pantalla partida o a la palestina sola, y de fotos realizadas por Hassouna, que deviene en tan buena retratista de la crueldad y la destrucción diaria como narradora de lo que le acontece. Algo que hace con una sonrisa permanente, huyendo del tono lastimero. En realidad, se oyen más quejas de Farsi, porque sufre cuando hay poca cobertura o no logran conectarse.

En persona, Farsi habla de manera contundente: “Es un genocidio, un desastre humanitario descomunal. Y pronto habrá que rendir cuentas ante la inactividad, la falta de valentía, de Occidente, por afrontar la matanza, porque los palestinos nos pedirán cuentas”. La cineasta, que vive en Francia desde 1984, quería mostrar lo que estaba pasando. Experta en cine comprometido, hasta 2009 estuvo entrando y saliendo de su país natal, filmando a escondidas documentales. Como apunta en la película, ahora está perseguida y no volverá a pisar Teherán.
En cada conversación, Farsi le saca un tema a Hassouna, además de preguntarle cómo se encuentra y la alegría de verla. Así, Hassouna le habla de sus profundas creencias religiosas, de sus pensamientos acerca de lo que está viviendo, de que nunca ha salido de Gaza y que no la hará durante la invasión y el sitio israelí. “No puedo. Quiero estar aquí, y poder contárselo a mis hijos, a mis nietos”. Poco a poco, con la confianza y las semanas, Hassouna mueve la cámara: irán apareciendo y saludando su padre, un taxista, y sus hermanos (todos muertos el pasado 16 de abril), el público verá el búnker en el que refugian o, en un desolador giro de cámara, lo que se ve desde la ventana de su habitación: ruinas, escombros y más ruinas. “Como fotoperiodista era muy sistemática. Quería recopilar imágenes para que, llegado el momento, sus hijos entiendan el horror al que sobrevivió”.

Mientras, Farsi viaja por todo el mundo acompañando su película precedente, La sirena, un filme de animación estrenado en la Berlinale de 2023. Conversan desde Canadá, Roma, París, Atenas... Hassouna nunca se mostrará sin el pañuelo tapando la cabeza, y es muy meticulosa con ello. Tampoco caerá en la desolación, aunque llora cuando habla y muestra fotos de sus familiares asesinados por la invasión israelí, incluido un primo de un año. En una de las llamadas se muestra tímidamente feliz: se ha enamorado. En otra, aparecerá el novio. Más tarde, apunta: le encantaría ir a Roma o pisar un parque de atracciones. Sin embargo, la situación sigue igual.
Con un primer montaje, Put Your Soul on Your Hand and Walk fue seleccionado por ACID (Asociación del Cine Independiente para su Difusión), uno de los tres certámenes —junto la Quincena de cineastas y la Semana de la crítica— que se celebran en Cannes en paralelo al grande. De ahí la última llamada. Farsi le da la buena noticia, y Hassouna lo celebra exultante. La primera invita a la segunda a Cannes, y aunque la palestina explica que le encantaría, pero que nunca podrá por los controles israelíes, en el fondo ambas entienden que jamás saldrá antes de que finalice la invasión. “Sinceramente, pensé que sobreviviría”. Al día siguiente, el 16 de abril, un mensaje de Facebook anunciaba su muerte, la de otras nueve personas, incluida su hermana pintora, embarazada, y un hermano de 10 años. “Cuando lo leí, creí que era un error, y la llamé, le dejé un mensaje”, apunta la directora.

A la cineasta le cuesta asimilar el asesinato de Hassouna. Además, enseña un informe del grupo de investigación asentado en Londres Forensic Architecture, que confirma que fue un ataque planeado específicamente contra la fotoperiodista. “Les llaman misiles de precisión. Están diseñados para explotar en un lugar específico. Este, por ejemplo, atravesó tres pisos, hasta que alcanzó el segundo, en el que vivía Fatima, y estalló, arrasando con todo. Sabían exactamente contra quién iban. Sus fotos les molestaban. Así ya han asesinado a más periodistas. Encima lo realizaron en mitad de uno de sus supuestos alto el fuego. Es un crimen de guerra”. Y se lamenta: “Debería haber estado aquí conmigo. Mi corazón está con la madre de Fatima, que se ha quedado sola, sin familia y sin pertenencias”. Reporteros sin Fronteras calcula que Israel ya ha asesinado a más de 200 periodistas durante la invasión.
¿Y qué opina de los homenajes a Hassouna, que incluso fue mencionada en la inauguración de Cannes? “No habrían mencionado a Palestina si no la hubieran asesinado. Y lo hacen como si hubiera muerto en la cama o en un accidente de coche”, insiste. La conversación transcurre en la sede de ACID el viernes, tras unos días de recrudecimiento de los bombardeos en los que han muerto 300 gazatíes, y después de una carta en la que 380 cineastas denuncian el “genocidio” en Gaza y el “silencio” de la Cultura. “Es que Occidente se ha escondido. Por mi parte, al menos conocí a Fátima, y la última llamada fue un momento de regocijo. Me alegro de que al menos tuviera eso”.
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