De casa a la cima del Everest en cinco días: nace la comercialización exprés de la montaña más elevada
Cuatro exmilitares ingleses, previamente aclimatados en sus casas, inhalan gas xenón y dan el empujón definitivo a la cultura de los viajes relámpago al Himalaya


De Londres a la cima del Everest en cinco días. O, lo que es similar, estrenando una nueva forma de plantarse en la cima del planeta reservada para ricos o, al menos, para personas con enormes posibilidades económicas. Los ingleses Garth Miller, Alistair Carns, Anthony Stazicker y Kevin Goodlington, todos exmilitares, despegaron el pasado 16 de mayo rumbo a Katmandú y alcanzaron la cima de 8.848 metros este miércoles tras desembolsar 150.000 euros por cabeza. El reto consistía en aterrizar de nuevo en el Reino Unido antes de que transcurriese una semana, extremo que aún está por confirmar, puesto que el sitio web que informa de sus progresos se ha quedado en blanco. Poco importa: la mercadotecnia alrededor del experimento ha funcionado a instancias de su ideólogo, el austriaco Lukas Furtenbach.
Para empezar, este anunció que sus cuatro clientes inhalarían gas xenón para mejorar, supuestamente, su rendimiento. La extravagancia sirvió para atraer la atención del Financial Times y, por ende, de muchos medios, pero para un fisiólogo e investigador como Adrián Castillo “el truco estaba en otra parte, concretamente en la posibilidad de que los cuatro ingleses se aclimatasen en sus casas” y, después, escalasen con altos flujos de oxígeno embotellado. Castillo, fundador de Fissac, plataforma de divulgación en las ciencias del ejercicio, explica que “no está demostrada la eficacia del gas xenón, una forma alternativa de aumentar la EPO, sustancia generada por nuestro organismo de forma natural que también puede usarse como método de mejora del rendimiento de forma artificial”.
Sí está demostrado, en cambio, el beneficio de aclimatarse en casa: los cuatro ex militares han dormido durante semanas simulando la altitud del campo base del Everest (5.360 metros) y realizado ejercicio en condiciones de hipoxia. Todo esto, unido a la compañía de ocho sherpas (para asegurar que dispondrán de suficientes bombonas de oxígeno y que serán rescatados en caso de necesidad) explica el éxito de una empresa bautizada como ‘Misión Everest’ y salpicada de constantes alusiones al mundo militar: la montaña vista como un enemigo… algo que se creía superado desde los tiempos de la conquista de los ochomiles, hace 70 años. Su sitio web saca pecho tirando de clásicos: “Los récords están para ser batidos”. En alpinismo, cabría apuntar, no se habla de récords sino de grandes ascensiones, categoría en la que jamás figurará el viaje relámpago de los cuatro ingleses.
Lukas Furtenbach fue pionero en acortar la estancia de sus clientes en el Everest. De hecho, lleva unos años logrando que estos alcancen la cima con apenas tres semanas de estancia en Nepal, que no en la propia montaña. Pese a disponer de un campo base con lujos hasta hace poco inconcebibles (cafeteras profesionales, fruta, cocineros ‘importados’, todo tipo de platos, camas reales con colchones calefactados y mesillas con flexo, etc), sus clientes son evacuados en helicóptero a hoteles de lujo próximos a Katmandú para que puedan seguir cómodamente con sus quehaceres y negocios después de finalizar una rotación de aclimatación en la ruta de ascenso. No se trata de estar en la montaña, sino de evitarla al máximo hasta que sea inevitable ponerse en marcha para alcanzar lo más alto.
Furtenbach habría advertido que, pese a todo, el tedio de la espera amargaba a sus clientes y empezó a idear un plan relámpago para acortar al máximo los plazos. Ahora, todo parece indicar que una nueva tendencia va a aplicarse en la comercialización desaforada del Everest, donde la conexión con cualquier atisbo de alpinismo se ha perdido.
Norbu Sherpa, director de la empresa Wild Yak Expeditions, sigue llevando a sus clientes de forma tradicional, y no teme que estos se le puedan escapar: “Da igual lo mucho que se encarezcan los precios, siempre va a haber gente dispuesta a venir. Esto no tiene nada que ver con el alpinismo, ni con el amor hacia la montaña. Tiene que ver con el deseo de alcanzar la cima más elevada del planeta. Estoy convencido de que esto va a seguir creciendo sin parar”, aseguró recientemente al canal RTS.
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