¿Por qué protestan los trabajadores? Las reivindicaciones de 12 manifestantes del Primero de Mayo
Los asistentes a las marchas sindicales hablan de despidos, sueldos congelados, conciliación imposible, reducción de jornada...

Miles de personas han acudido a las protestas que los sindicatos han convocado en 80 ciudades españolas por el Primero de Mayo. El lema elegido por UGT y CC OO es “proteger lo conquistado, ganar en derechos“. Es una eslogan abierto, en el que caben muchas reclamaciones laborales. Varios asistentes a las protestas de Madrid y Barcelona explican las suyas a EL PAÍS.
@elpais ¿Cómo definirías el trabajo? ¿Y a los empresarios? ¿Y a los sindicatos? Hemos acudido a la manifestación en Madrid del 1 de mayo, Día Internacional de los Trabajadores, para preguntar a los manifestantes. Esto es lo que nos han contado. #Trabajo #empleo #diadeltrabajo #trabajadores #manifestacion #noticias #news #madrid #españa #diadelostrabajadores
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Natividad Camacho (77 años) trabajó buena parte de su vida en la industria textil. “Fue muy duro. Ponía 1.150 cremalleras diarias en pantalones que hacíamos. Me dolían las manos, la espalda, las muñecas... Te ajustaban mucho los tiempo, la explotación era terrible y el machismo, descarado”, recuerda, ya jubilada. Dice protestar “por todo”, para “poder seguir manifestándome y porque los problemas que sigue habiendo son muy graves”. Reclama que igual que el “capital se globaliza” también lo hagan “los derechos humanos”.

Julia Sánchez (25 años) recuerda tener fotos de otros Primero de Mayo de ella en el carrito de bebé. “He estudiado derecho y ciencias políticas, he trabajado en siete lugares y ahora estoy estudiando para unas oposiciones porque el mercado privado es totalmente agresivo”, lamenta. “En el al mundo laboral te encuentras con prácticas sin cobrar y una especie de mili laboral donde te obligan a pasar por condiciones pésimas ganando nada”, denuncia. “Ahora los empresarios tienen un discurso de beneficios a costa de nuestras condiciones laborales. Nuestra situación es infinitamente peor que las de mis padres”, concluye.

Jaime Losada tiene 27 años y es abogado mercantil. Considera “esencial” acudir a las marchas por el Primero de Mayo, “al que por desgracia viene cada vez menos gente”. “Es una lucha constante contra las empresas y los empresarios que nos oprimen, que ignoran completamente los convenios colectivos. Lo único que queremos es vivir una vida tranquila”, agrega. Lamenta que la última reforma laboral no cambiase la indemnización por despido improcedente (que en la reforma anterior se recortó de 45 a 33 días). “Nos están diciendo desde Europa que eso ni es correcto ni es legítimo”.
@elpais ¿Por qué protestan los trabajadores el día 1 de mayo? ¿Qué reformas faltan por acometer en materia laboral? Los asistentes a la manifestación del 1 de mayo en Madrid responden 1mayo diadeltrabajador noticiastiktok empleo trabajo trabajadores 📹 Emilio Sánchez Hidalgo y Jorge Hernández de la Mata
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Nurieh Cabrera (39 años) es educadora en un centro de protección de menores. Acompañada de sus hijos, no duda al señalar la asignatura pendiente del Gobierno en materia laboral: “La conciliación familiar, que se pueda trabajar y vivir en condiciones dignas a todo tipo de familias”. También pone el foco en el horario laboral y en “las personas que vienen de fuera, y cómo se regula que estén aquí”. Cree que las subidas del salario mínimo “han protegido a los más vulnerables” y termina con otra demanda: “Mejores sueldos, que la vida está cada vez más cara. Hacen falta más ingresos para vivir con la calidad de vida de hace unos años”.

Antonio Domínguez tiene 54 años y lleva 39 trabajando en la empresa de cava Freixenet. Es el presidente de CC OO en la compañía y este año es uno de los protagonistas de la manifestación en la capital catalana. “La empresa quiere hacer un ERE de 180 personas y venimos a denunciar que están argumentando que es por la falta de lluvia cuando en realidad es una estrategia para deslocalizarnos”, lamenta. “Los empresarios cada vez respetan menos y los políticos son los únicos que pueden salvarnos”, se esperanza.

Francisco Bernete (67 años) es profesor universitario. Dice estar “muy de acuerdo” con la reducción de la jornada laboral de 40 a 37 horas y media. “Hay que trabajar menos para vivir mejor. Creo que es fundamental para tener más tiempo libre, nos puede hacer más felices. Queremos disponer del tiempo”. Cree que la subida de un 61% del salario mínimo desde 2018 es una de las medidas más transformadoras de los últimos años.

Mari Moreno (42 años) trabaja en el Servicio de Atención Domiciliaria de Sabadell ayudando a ancianos en las diferentes necesidades del día a día. “En los últimos años me han subido el sueldo solo cinco euros. Empieza a no ser rentable trabajar”, lamenta Moreno. La empleada es la primera vez que participa en una manifestación reivindicando sus derechos laborales. “Las empresas cada vez nos aprietan más y la situación es insostenible en muchas ocasiones. Parece que tengamos menos derechos que hace unos años”, concluye.

Carmen Sererol tiene 80 años y es de Girona aunque lleva décadas viviendo en Barcelona. “Fui educadora en centros especiales, también fui de las fundadoras de la Coordinadoras de s de la Sanidad”, informa a modo de currículum. Ha participado de docenas de manifestaciones del Primero de Mayo de mayo, pero este año es especial. Sererol tiene problemas de movilidad y el pasado lunes, con el apagón, se quedó encerrada en su casa. Este jueves se manifiesta en el centro de la capital catalana mostrando un folio en el que se puede leer: “Después de años trabajando, pensiones de pobreza”. En el papel también ha escrito peticiones por pensiones dignas y, en el último momento, ha añadido que en el apagón “los grandes olvidados” fueron los discapacitados.

Rafa Monzón (26 años) se dedica al derecho laboral. “Creo que hay que darle una vuelta a los derechos de los trabajadores en España”. Para emprender ese cambio cree que bastaría con “abandonar las ideas genéricas”. Pone como ejemplo la última reforma laboral: “Dicen que hemos acabado con la temporalidad porque hemos acabado con los contratos temporales. Pero si sigue habiendo un periodo de prueba de tres meses en realidad la temporalidad no termina. Sigue existiendo”. Cree que ciertas políticas buscan “poder decir he hecho esto” pero que luego “no se traducen en la realidad”.

Álvaro Vicioso, de 50 años, es teleoperador. “Vengo todos los Primero de Mayo por conciencia de clase, por la precariedad que sufrimos en mi sector. Tenemos conflictos constantes”. Dice que es una actividad en la que las empresas y subcontratas compiten “a la baja” y “retuercen” los derechos laborales. “Ponen problemas para todo, para cualquier permiso”. Lamenta trabajar a un ritmo elevado, con “muchísima” presión y no ve “ninguna opción” ni de ascender ni de que su salario crezca.

Ada Heredero (67 años), ya jubilada, antes trabajaba en una editorial. “Se debe mantener el Primero de Mayo como un día reivindicativo, que no sea solo un día de fiesta en el que te vayas a la playa. Es esencial”. Cree que en los últimos años se ha avanzado “mucho” en el combate contra la precariedad, “pero aún queda mucho empleo precario, sobre todo para la gente joven”. Reclama que la clase trabajadora priorice la crisis de a la vivienda en sus pancartas: “Es clave. Por mucho que los sueldos suban, si la vivienda sigue así, el nivel de vida de las clases media va en picado. Lleva décadas en picado, pero ahora más”.

María Martínez (45 años) es educadora infantil. Cree que el principal avance pendiente que debe acometer el gobierno es facilitar “la conciliación laboral” de los trabajadores. “Es necesario para todo, para el incremento de la natalidad, para el cuidado de nuestros peques de una forma responsable, eficiente y feliz. Es básico para una sociedad sana”. Dice estar “un poco desencantada” con las últimas políticas laborales del Gobierno: “Parece que ahora todos cobramos 3.000 euros y tenemos muchas vacaciones. No, queda mucho por hacer. Hay muchos problemas encubiertos. En la práctica mucho no se lleva a cabo”.
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