La maraña indemnizatoria del gran apagón: “La batalla legal puede durar una década”
Con la gran industria, el comercio de proximidad y los supermercados como los grandes damnificados, el impacto final dependerá de las causas del apagón y de una madeja de reclamaciones cruzadas, reaseguros y cláusulas de cobertura

Cinco segundos de alteración del sistema eléctrico, horas de apagón en España y Portugal, días de evaluación de daños, y años, muchos años, hasta que se fije la responsabilidad jurídica final y las compensaciones económicas por el siniestro eléctrico más grave que se ha vivido en Europa en dos décadas. Esa secuencia temporal —de los milisegundos eléctricos a los lustros de los tribunales— es el marco en el que va a empezar a tejerse la inmensa maraña indemnizatoria alrededor del gran apagón. Entre los grandes beneficiarios del evento, además de los vendedores de pilas y transistores, también van a estar los despachos de abogados.
Lo que convirtió en único al apagón vivido el pasado lunes 28 de abril fue su absoluta transversalidad: afectó, en mayor o menor medida, a los 59 millones de habitantes de la península Ibérica. Los teléfonos móviles pasaron horas sin funcionar, se desperdiciaron toneladas de comida (la patronal de los supermercados calcula que han tenido que tirar productos por valor de 53 millones de euros), la gran industria se paró y decenas de miles de pasajeros quedaron varados en vagones de tren y metro.
Pasado el susto, y recuperada la electricidad en un plazo de horas y no de días, llega el momento de las reclamaciones. Lo más evidente es acudir a las aseguradoras. Los particulares, por los productos perecederos que tuvieron que desechar o por los daños que hayan sufrido en sus electrodomésticos (algo muy residual, de acuerdo con varias compañías y corredores de seguros consultados). Los comercios pueden reclamar, además de por esos posibles daños directos, por la pérdida de beneficios durante esa jornada. De acuerdo con los cálculos preliminares de CaixaBank Research, esa jornada el gasto en consumo del conjunto de los hogares españoles cayó un 34%.

El responsable de la gestión de siniestros de una de las mayores compañías de seguros de España explica que en la semana posterior a la caída de la luz ya empezaron a tramitarse cientos de partes. “En el caso de los particulares, las pólizas son muy homogéneas y se ve rápido si el seguro de hogar les cubre por la comida que hayan tenido que tirar. Pero, en las empresas cada póliza es un mundo, con su clausulado y sus franquicias. Además, hay que recordar que parar reclamar por la pérdida de ingresos hay que acreditar que ha habido un daño a un bien asegurado, lo que no es tan claro en este caso”, advierte.
En los pequeños comercios y la hostelería es frecuente que se incluya algún tipo de cláusula que cubre frente a la pérdida de beneficios por un cierre forzado del negocio. “Lo más normal es que haya una franquicia de dos días, es decir, que la compañía no paga nada cuando el cierre ha sido solo de unas horas”, explica Miguel Relaño, socio codirector de Clyde & Co, un despacho de abogados que ya ha llevado varios casos relacionados con cortes de luz. Así, por ejemplo, si una tienda de ropa tiene este tipo de cobertura de pérdida de beneficios, podría reclamar a su aseguradora porque esa tarde no facturó nada. Pero es posible que tenga una franquicia por la que los 300 primeros euros de pérdidas no están cubiertos. O que solo se activa cuando el cierre del negocio es de más de dos días.
Dado que los daños a componentes eléctricos han sido anecdóticos, que muchos clientes no van a pedir compensación por la comida perdida (porque las cuantías dinerarias son pequeñas) y que las pólizas para comercios tienen las mencionadas franquicias, el sector asegurador no espera un impacto significativo por esta vía, al menos, en un primer momento, según relatan varias fuentes del sector.
El siguiente frente de reclamaciones serán las compañías eléctricas: desde las comercializadoras a las distribuidoras, hasta llegar a la operadora del sistema (Red Eléctrica). Todos aquellos clientes que hayan sufrido un perjuicio por el apagón pueden tratar de pedir una compensación. Uno de los más beligerantes será la industria pesada.
La afectación de la industria
La CEOE cuantifica en 1.600 millones las pérdidas económicas del apagón, pero la afectación por sectores ha sido muy dispar. La industria sufrió el impacto del apagón en toda su crudeza: las fábricas son grandes consumidores de electricidad y se vieron abocadas a un parón de toda su maquinaria sin previo aviso, pues a diferencia de algunos edificios de oficinas, que pudieron seguir operando varias horas con generadores de emergencia, los volúmenes de consumo eléctrico industrial hacen imposible esta opción. Los técnicos de los departamentos de mantenimiento todavía están evaluando su impacto en varios niveles, tanto por las pérdidas generadas por la imposibilidad de operar como por los daños que hayan podido sufrir las instalaciones o, en algunos casos, los costes de reiniciar la línea de producción o pararla en pleno funcionamiento. Para los grandes consumidores de electricidad, la luz supone hasta el 50% de sus costes operativos. Los de la asociación Aege, que representa a industrias de diversos sectores con 89 plantas en funcionamiento y 60.000 empleos directos, consumen el 7% de la electricidad de España (tanto como Euskadi y Navarra juntas), casi siempre con contratos a largo plazo.
El fabricante de envases de vidrio Vidrala paró sus cinco fábricas en la península Ibérica durante más de 14 horas. Sus técnicos estuvieron en vilo hasta las dos de la madrugada del martes 29 por una situación inédita pues, aunque sus hornos funden el vidrio con gas natural, necesitan la electricidad en los procesos previos. Su presidente, Carlos Delclaux, ya ha avanzado que “por supuesto” presentará una demanda por daños. En la siderurgia, la mayoría de las acerías funcionan con un uso intensivo de electricidad (con una tecnología llamada arco eléctrico) y estuvieron 24 horas sin actividad. Los técnicos de cada planta se afanaron, no sin cierto riesgo, en no perder la colada en curso en el momento en el que se fue la luz, lo que hubiera incrementado las pérdidas.

Igualmente, las empresas deben recomponer sus cadenas de suministro, también afectadas por el apagón. Las fábricas más afortunadas pudieron volver a operar tan solo 24 horas después de que se fuera la luz. Otras no tuvieron tanta suerte, porque los protocolos de seguridad son más estrictos. La refinería de Petronor en Muskiz (Bizkaia), filial de Repsol, tardó cuatro días en volver a la normalidad, para poder convertir el crudo en diésel y gasolina.
Además de la gran industria, otro de los damnificados por el apagón fue el pequeño comercio, que no contaba con ningún tipo de grupo electrógeno o baterías auxiliares para seguir operando —algo de lo que sí disponían las grandes superficies—. En los supermercados, además de tener que desperdiciar alimentos perecederos, la falta de suministro eléctrico “implicó un esfuerzo adicional logístico, gasto en el combustible destinado a los grupos electrógenos, los costes de la retirada de basura y el incremento de la seguridad”, según explican desde la organización Asedas, que incluye a los grandes del sector como Mercadona, Aldi, Lidl y Ahorramas.
Red de demandas y responsabilidades
Durante los próximos meses, los tribunales empezarán a recibir un goteo de demandas contra compañías eléctricas —las comercializadoras, distribuidoras o productoras—, de parte de industria, farmacéuticas, cadenas de hoteles... Las eléctricas, a su vez, activarán sus pólizas de responsabilidad civil para que sus propias aseguradoras se hagan cargo de los daños que hayan provocado los cortes de luz. Aquí sí se espera que los seguros tengan que afrontar importantes desembolsos. Según la firma DBRS, se exponen a indemnizaciones de entre 100 y 300 millones de euros.
Pero las aseguradoras también litigarán. “La principal batalla legal va a ser la de la responsabilidad civil”, anticipa Miguel Relaño, de Clyde & Co. “También estas pólizas tienen ciertas franquicias. Además, se alegará que el apagón se produjo por caso de fuerza mayor, lo que las eximiría de responsabilidad, pero es improbable que prospere. O señalarán el papel de Red Eléctrica y la demandarán”. Redeia, el grupo que controla Red Eléctrica, tiene una póliza de responsabilidad civil con un pool de aseguradoras y reaseguradoras, entre las que destacan Mapfre Re, Swiss Re y Munich Re.
Todas las fuentes consultadas indican que será fundamental conocer cuál fue el origen del apagón en la fijación final de responsabilidades. Una gran incógnita que ya está generando disputas políticas y cruces de acusaciones entre empresas y Gobierno.
Patronales de la industria y asociaciones de consumidores demandando a eléctricas, eléctricas recurriendo a sus aseguradoras, las compañías de seguros apuntando al operador de la red, reclamaciones internacionales provenientes de Portugal... La maraña judicial amenaza con crecer y crecer. Relaño, que ya litigó a raíz del gran apagón de Barcelona en 2007, recuerda que en aquella ocasión “las últimas sentencias del Supremo se produjeron ocho años después, y eso que solo había un municipio afectado y una causa muy concreta [el incendio de una subestación eléctrica]. Ahora la batalla legal podría durar más de una década”.
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