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El movimiento artístico que se adelantó al algoritmo

Una exposición en la Tate Modern de Londres repasa la historia de los pioneros que utilizaron la ciencia, la tecnología y la innovación para crear

'Double Mirror,' a 1966 work by Julio Le Parc.
J. A. Aunión

“Lo fundamental es lo que quiere hacer el artista y, entonces, encontrar la tecnología para hacerlo posible. Por ejemplo, a Bob [Robert] Whitman no le podía importar menos qué tecnología se utilizara, pero de alguna manera entendió que por medio de ella podía conseguir lo que quería, y que podía trabajar con un ingeniero para hacerlo posible”. Así explicaba Julia Martin, en una conferencia en 2013, una de las claves del rompedor movimiento que a mediados de los años sesenta puso a trabajar juntos a artistas e ingenieros de la Bell Telephone Laboratories con el sencillo, pero terriblemente audaz objetivo de ver qué salía de allí. Se llamó Experimentos en Arte y Tecnología (Experiments in Art and Technology, EAT) y probablemente el resultado más sonado fueron las obras que en octubre de 1967 presentaron en Nueva York 10 artistas (entre ellos, Robert Rauschenberg, John Cage y Lucinda Childs) después de meses de trabajo con una treintena de ingenieros. Durante siete jornadas, más 10.000 personas asistieron al teatro temporal montado en el almacén militar del 69º Regimiento de Nueva York para ver espectáculos de música hecha con electrodomésticos, bailarines que se deslizaban sobre robots e, incluso, para observar el propio sonido moviéndose a su alrededor.

Allí estaba Julia Martin, trabajando junto a Whitman y a otro de los grandes impulsores de todo aquello desde la parte de la ingeniería, Billy Klüver, un físico de origen sueco al que ya se le veían maneras cuando presentó su trabajo de fin carrera en 1952 bajo la forma de una película de animación. Sin embargo, como explicaría Martin muchos años después, para Klüver no se trataba de que artista se hiciera un poco ingeniero ni el ingeniero un poco artista, sino que la clave era la colaboración.

¿Tendría sentido hoy una iniciativa parecida juntando a artistas e ingenieros expertos en inteligencia artificial, por ejemplo? Tal vez. O quizá no. Lo que sí parece una buena idea, en estos tiempos de colosal disrupción tecnológica que arroja todo tipo de temores sobre el mundo del arte, es echar la vista atrás para ver qué hicieron los pioneros que se subieron a lomos de la ciencia, la tecnología y la innovación para crear. Eso es lo que ha hecho la exposición Electric Dreams, Art and Technology Before the Internet, que todavía se podrá ver hasta el próximo 1 de junio en la Tate Modern de Londres. La muestra reúne obras revolucionarias de todo el mundo, desde experimentos psicodélicos a partir de motores, neones o transistores en los años cincuenta y sesenta hasta los primeros acercamientos al mundo digital, con piezas hechas por máquinas y sistemas informáticos en los años setenta y ochenta.

“En este momento concreto de la historia (y de la historia del arte), me parece fundamental echar una larga mirada retrospectiva a cómo ha evolucionado la relación entre la humanidad, la creatividad y la automatización“, dice Valentina Ravaglia, comisaria de la exposición. Y sigue, al hilo de los fascinantes debates que abre la Inteligencia Artificial generativa sobre el concepto de autoría: “Para empezar, cualquiera que pretenda tener una opinión fundada sobre estos asuntos debe comprender que la aplicación de reglas algorítmicas al arte ni siquiera comenzó con el arte digital, que los artistas llevan automatizando y delegando la realización de sus obras desde que el primer homínido aprendió a hacer una huella de mano con estarcido”.

Ravaglia, comisaria de Exposiciones y Arte Internacional de la Tate Modern, repasa unos pocos nombres —algunos en su opinión injustamente olvidados o no suficientemente valorados— que no estaría de más conocer para construir esa opinión formada sobre los asuntos de hoy. Habla del movimiento New Tendencies, un ecléctico grupo que desde Zagreb trató de generar “efectos visuales novedosos, pero a la vez accesibles y democráticos” aplicando al arte metodologías científicas; de los artistas italianos que participaron en el movimiento Arte Programmata; del los ses del Groupe de Recherche d’Art Visuel (Julio Le Parc y François Morellet, entre otros); o de los autores que abrieron el camino del arte asistido por ordenador, como el japonés Hiroshi Kawano, el croata Vladimir Bonačić y el grupo Arte y Cibernética en Argentina. Y, por supuesto, de los pioneros del arte digital: Wen-Ying Tsai, Fujiko Nakaya, Analivia Cordeiro, Sonia Landy Sheridan, Rebecca Allen, Eduardo Kac, Samia Halaby, Suzanne Treister...

Todo un paisaje —al que uno puede asomarse a través de la muestra londinense— que anticipó muchos de los debates que hoy abren en canal el mundo del arte. “Si echamos la vista atrás, no podemos evitar darnos cuenta de que las preocupaciones que sentimos hoy en día por el impacto de la automatización en la creatividad y en el trabajo en general se hacen eco de las de antaño”. Ravaglia ve perfectamente los peligros reales de los tiempos que corren, pues ya hay gente está perdiendo su trabajo —no solo creadores—, pero por culpa, opina, de las empresas y las personas que no respetan “la creatividad y el trabajo en general”. “No cabe duda de que la magnitud de este fenómeno es preocupante, pero culpar a la tecnología es desviar la atención”. Ella misma sigue teniendo serias dudas sobre muchos de los debates abiertos —incluidos los de autoría y propiedad intelectual—, sin embargo, cree que es solo cuestión de tiempo “que podamos entender realmente lo que este cambio de paradigma está trayendo, lo que ya está haciendo al arte como un modo de hacer y conocer”.

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Sobre la firma

J. A. Aunión
Reportero de El País Semanal. Especializado en información educativa durante más de una década, también ha trabajado para las secciones de Local-Madrid, Reportajes, Cultura y EL PAÍS_LAB, el equipo del diario dedicado a experimentar con nuevos formatos.
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