Pongamos que hablo del alcalde: cómo Almeida celebra San Isidro destrozando a Sabina
El regidor se trabajó lo justo su discurso y tiró de cantautor hasta la saciedad. Después del acto, en la pradera el día fue más festivo, con chulapos, la ministra de Sanidad y hasta Feijóo

Empieza a ser una tradición tan habitual como el chotis que los actos institucionales madrileños se parezcan más al cumpleaños del anfitrión que a un acto oficial. En el caso de Madrid, todo se concentra en dos semanas, las que hay entre el 2 de mayo, día de la Comunidad de Madrid, y el 15 de mayo, día de San Isidro. El arranque de la fiesta coincide con la tradicional batería de encuestas que desde primera hora de la mañana amenizan la conversación y donde el alcalde la de capital, José Luis Martínez-Almeida, aumenta su mayoría absoluta. Eran algo así como el folleto en la butaca del teatro antes de empezar la obra.
En persona, ni rastro del Delegado ni nadie del Gobierno de España donde se celebraba la fiesta del patrón de la ciudad, San Isidro. Sí estaba Reyes Maroto, líder de los socialistas en el Ayuntamiento. Y en la primera fila: la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, junto a los ex, José María Álvarez del Manzano, Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz Gallardón.
A las encuestas se le suma otra tradición casi con tanto arraigo como las rosquillas listas, consistente en aumentar el tono de los reproches e insultos entre derecha e izquierda en los días previos.
Pero ocurre que, a veces, no solo se destrozan entre ellos sino a un tercero. En este caso al cantante Joaquín Sabina. Almeida se trabajó lo justo su discurso y tiró de cantautor hasta la saciedad.

“Madrid es el lugar en el que se cruzan todos los caminos”, empezó diciendo en el acto oficial, que podían seguir por televisión todos los ciudadanos (y los periodistas que no nos habíamos acreditado). “San Isidro es un icono de los valores de la gente de Madrid: humildad, discreción, trabajo y el lugar donde se cruzan todos los caminos”, insistió por si no quedó claro la primera vez. “Madrid es responsable como capital de la concordia, la unión de voluntades… y el lugar donde se cruzan todos los caminos”, siguió. “Madrid es punto de encuentro y no trata de imponer sino inspirar. Madrid ha sido escenario de eventos clave de la historia de España y el lugar… donde se cruzan todos los caminos”, volvió a decir. Junto a los guiños sabinianos, el discurso incluyó varios clásicos, entre ellos el aplauso a la corona y referencias al destino universal de una “España diversa e indivisible” como “cabeza de la Hispanidad”.
La entrega de medallas del Ayuntamiento fue una mezcla entre los premios Goya y una fiesta de fin de curso donde el director del colegio habla de más. Medallas de oro de la ciudad a la escritora Carmen Posadas, los restaurantes centenarios, la cuesta de Moyano, Pontejos o los deportistas Rodri y Teresa Perales.
Pocos tuvieron opción a discurso y el único momento que la ceremonia abandonó la coreografía fue la fundadora de la ONG Pato Amarillo, Pilar Aural. Ella quería hablar. Entonces el alcalde tragó saliva y dijo: “Esto no estaba previsto”. Pero Aural dedicó el premio a tantas madres valientes que murieron en el camino luchando por sacar a sus hijos de la droga y el alcalde pareció respirar aliviado, antes de volver a la carga: “Invito a los madrileños a celebrar San Isidro con orgullo donde se cruzan los caminos”, dijo después de proyectar un video titulado... Pongamos que hablo de Madrid.

Este jueves, San Isidro hizo su trabajo con dos milagros que competían en dificultad con el de los bueyes arando solos. No llovió cuando el alcalde y su comitiva caminaron por la pradera y proporcionó la imagen del día. La de dos enemigos viscerales, el portavoz del PP en la Asamblea de Madrid, Carlos Díaz-Pache, y la portavoz de Más Madrid, Manuela Bergerot, riendo juntos un buen rato en la primera fila. Un gesto de distensión al nivel de Pablo Iglesias (Podemos) y Espinosa de los Monteros (Vox) haciéndose bromas en la parte trasera del Congreso en 2019.
La pradera fue otro rollo. En la Ermita de San Isidro la cosa fue más formal y los corrillos hablaban del nuevo Papa. Con el arzobispo de Madrid, José Cobo, oficiando y recién llegado del Vaticano, la cosa era fácil. Pero apareció Alberto Núñez Feijóo, presidente del PP, y el Aberri Eguna madrileño quedó descafeinado porque Ayuso no asistió, aunque el líder popular sí sacó la artillería pesada frente al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y pidió elecciones anticipadas porque “nunca hemos tenido un presidente con tanto miedo, tan rodeado y tan en vilo por las portadas como ahora”.

En otra esquina de la pradera, los vetados a la fiesta madrileña, el Delegado del Gobierno, Francisco Martín, y la portavoz socialista del Ayuntamiento, Reyes Maroto, hablaron de la situación en el aeropuerto de Barajas con los sintecho o que la fiesta de San Isidro había sido “un acto de partido”. Incluso la ministra de Sanidad, Mónica García, llegó hasta donde estaban las cámaras para dejar claro que tiene la vista puesta en la vida política mesetaria “secuestrada” por Ayuso y Almeida. A medida que avanzaba la tarde, San Isidro se cansó y permitió que lloviera, pero no pudo privar a la política madrileña de su foto más tierna.
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