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Israel planea desalojar Rafah para crear un nuevo cinturón de seguridad que aísle Gaza, según ‘Haaretz’

Las fuentes de Defensa citadas por el medio israelí también evalúan una posible destrucción de la ciudad situada junto a la frontera con Egipto

Decenas de palestinos caminan entre las ruinas de la ciudad de Rafah, el pasado 20 de enero.
Luis de Vega

En el mismo día que un bombardeo israelí ha matado al menos a 29 personas, entre ellas varios niños, al este de la Ciudad de Gaza, ha trascendido que las tropas de Israel prevén desalojar por completo el sur de la Franja ―e incluso la posible destrucción de la ciudad de Rafah, en la zona de la frontera con Egipto― para que quede bajo su control, según publica el diario Haaretz en exclusiva citando fuentes del Ministerio de Defensa. El terreno afectado por este nuevo plan, que aleja más todavía las negociaciones para el final de la guerra y la salida pactada de los rehenes, equivale a unos 75 kilómetros cuadrados, es decir, en torno al 20% de los 365 de extensión total Gaza.

De esta forma, la localidad de Rafah y sus barrios, una zona donde antes de la guerra habitaban unas 200.000 personas, entrarían a formar parte del anillo de seguridad que el ejército lleva semanas construyendo dentro del enclave palestino en paralelo a la valla que lo separa de Israel. Todo forma parte de lo que consideran una estrategia para acabar con Hamás y para ello, añaden las citadas fuentes, hay que mantener bajo absoluto dominio israelí la frontera entre Gaza y Egipto. No se descarta la demolición de todos los edificios de la zona o gran parte de ellos, según la información adelantada por ese diario israelí, lo que equivaldría a borrar Rafah del mapa. Esa localidad ha sido el escenario en los últimos días del asesinato de 15 empleados de emergencias palestinos en un ataque israelí.

Hace una semana que las autoridades de Israel anunciaron su intención de anexionarse amplias zonas de Gaza y fragmentar el territorio en compartimentos separados. Como parte de ese plan, como anunció el primer ministro Benjamín Netanyahu, se construye ya un nuevo corredor, denominado Morag –nombre de un antiguo asentamiento judío evacuado en 2005–, que aislará el área meridional del resto del enclave. El territorio que queda al sur de esa nueva ruta que atraviesa la Franja de este a oeste es justo el que, según Haaretz, el ejército quiere mantener bajo su absoluto control y sin población local. El corredor Morag, que puede llegar al kilómetro de ancho en algunos puntos una vez se destruyan las construcciones de la zona, se une a los ya existentes de Netzarin y Filadelfia. El primero ha sido desarrollado a lo largo de la actual guerra y divide en dos el territorio en la zona norte; el de Filadelfia transcurre en el extremo sur, junto a la línea divisoria de la Franja con Egipto.

Desde que Israel anunció que rompía los casi dos meses de alto el fuego y retomó los bombardeos el pasado 18 de marzo, los sucesivos anuncios que lleva a cabo el ejército de mayor ocupación del territorio, así como los ataques, representan sobre el terreno la política que ordena Netanyahu. El mandatario ha regresado este miércoles de su segundo viaje a Estados Unidos desde que Donald Trump tomara posesión como presidente en enero. Pese a las presiones internacionales –la última este martes, del secretario general de la ONU, António Guterres–, Israel sigue imponiendo desde hace mes y medio la prohibición de entrada de ayuda humanitaria (comida, bebida, combustible, material para refugios, medicinas o equipos sanitarios) a la Franja.

Mientras, los bombardeos han vuelto a convertirse en cotidianos. Este miércoles a mediodía han muerto al menos 29 personas, entre ellas varios niños, y más de medio centenar han resultado heridas, según fuentes sanitarias locales, en un ataque llevado a cabo sobre un edificio residencial en el barrio de Shujaiya, al este de Ciudad de Gaza. Hamás denuncia lo que considera un “ataque genocida” cometido con la complicidad de Estados Unidos en medio de la pasividad internacional, según un comunicado de ese grupo.

El objetivo era un “terrorista” del movimiento islamista palestino, señalan fuentes del ejército citadas por medios locales, siguiendo el patrón habitual para justificar este tipo de matanzas. Los muertos en el enclave durante la guerra superan los 50.800, la mayoría mujeres y menores. Tras más de año y medio, Israel sigue impidiendo el independiente de los reporteros a la Franja.

Durante meses, con entrenamientos de cientos de personas incluidos y una minuciosa planificación, Hamás lideró la preparación del gran ataque en el que fueron asesinadas en territorio israelí unas 1.200 personas y secuestradas 250 el 7 de octubre de 2023, día que comenzó la actual contienda. El golpe se asestó en la mayoría de casos sobre comunidades ubicadas en las proximidades de Gaza –atacaron incluso Ofakim, a una veintena de kilómetros de la Franja– adonde llegaron asaltando la valla de separación por una treintena de puntos. Con la actual zona de seguridad, que el ejército desea que sea permanente, se reduciría de forma considerable el territorio de Gaza y se pretende evitar que vuelva a producirse el peor ataque sufrido por Israel en sus 76 años de historia.

Que se desoyeran las señales de alerta previas llegadas a los diferentes estamentos políticos y de seguridad de Israel es uno de los grandes asuntos que quedan por resolver. Desde entonces, asumiendo hasta cierto punto responsabilidades, han acabado descabalgados el ministro de Defensa, Yoav Gallant; el jefe de las Fuerzas Armadas, Herzi Halevi, y otros altos mandos militares, pero el primer ministro, Benjamín Netanyahu, se resiste a formar parte de esa ecuación. Otra de las grandes incógnitas es conocer cuántos de esos 1.200 muertos se debieron al fuego desplegado por agentes y militares del Estado judío que, en algunos casos, dispararon a los combatientes de Hamás a sabiendas de que ya habían capturado a rehenes. Es la conocida por los israelíes como doctrina Aníbal, que toma el nombre del general cartaginés que consumió veneno para morir antes de caer en manos enemigas.

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Sobre la firma

Luis de Vega
Ha trabajado como periodista y fotógrafo en más de 30 países durante 25 años. Llegó a la sección de Internacional de EL PAÍS tras reportear en la sección de Madrid. Antes trabajó en el diario Abc, donde entre otras cosas fue corresponsal en el norte de África. En 2024 ganó el Premio Cirilo Rodríguez para corresponsales y enviados especiales.
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