El codiciado voto de los jóvenes en las reñidas elecciones presidenciales de Polonia
La extrema derecha de Confederación se ha convertido en la opción preferida de ese segmento de la población, que puede ser decisivo en la segunda vuelta de este domingo


Wiktor Wichary, de 21 años, es un orgulloso votante del partido de extrema derecha polaco Confederación (Konfederacja). “Para mí es fundamental la libertad. Nadie tiene derecho a imponerle nada a nadie”, argumenta como principal motivo este estudiante y oficinista a tiempo parcial. En la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Polonia, esa formación fue la opción preferida de jóvenes como Wichary en un país profundamente tradicionalista. En la segunda vuelta, que se disputa este domingo en una contienda reñidísima entre el liberal Rafal Trzaskowski y el ultraconservador Karol Nawrocki, los votantes de Confederación, cuyo candidato ya no está en la carrera, pueden ser decisivos para designar al próximo jefe de Estado.
Uno de cada tres menores de 29 años (el 34,8%), y uno de cada cuatro menores de 39 (24,8%), votó a Slawomir Mentzen, colíder del partido radical y aspirante en la primera vuelta del 18 de mayo, según los sondeos a pie de urna de Ipsos. Wojciech Machulski, portavoz de su campaña y miembro de las juventudes del partido (Juventud por la libertad), explica que arrasaron en esos tramos de edad porque su generación está harta de ver a los mismos dirigentes alternarse en el poder desde hace décadas. Él tiene 22 años, Mentzen, 38. Desde pequeños han visto sucederse en el Gobierno a Plataforma Cívica (PO), el partido de Trzaskowski que lidera el primer ministro, Donald Tusk, y Ley y Justicia (PiS), que apoya a Nawrocki. Muchos jóvenes quieren un cambio y han aupado a Confederación como tercera fuerza política, con un 14,8% de apoyos.
Es un voto de protesta, contra el sistema, contra las élites. Como explica Maciej Górecki, experto en comportamiento electoral de la Universidad de Varsovia, hay “una percepción entre la juventud de falta de control”. “Tienen dificultades para acceder a una vivienda, tienen que compaginar varios trabajos, sienten que no son autónomos… Entonces llega Mentzen y culpa al Estado. Hay problemas y él ofrece soluciones fáciles”, continúa. Aunque el partido ha rebajado el tono libertario que tanto atrae al joven Wichary, el colíder de Confederación defiende rebajar impuestos, adelgazar el Estado, privatizar la sanidad, recortar el gasto público al estilo Elon Musk. Incluso propuso privatizar las universidades, y aunque no sentó bien entre los estudiantes, ahí están sus apoyos. “No es un voto racional”, subraya el politólogo.
Muchos ven a Mentzen además como un modelo, según Górecki. Licenciado en Física y doctorado en Económicas, el dirigente de Confederación se ha hecho millonario con una empresa de asesoría fiscal y una fábrica de cerveza. Es una de las características que valora Nikola Krawczyk, una joven de 19 años que acaba de terminar el instituto y se reunió el miércoles con este periódico en un bar del centro de Varsovia para explicar el sentido de su voto: “Sabe cómo ganar dinero y seguramente pueda ayudar a otros a hacer lo mismo”. “Probablemente, no está en política para hacerse rico”, añade Wichary en la misma mesa, añadiendo un grado más de confianza a Mentzen.
Completa la tertulia Michal, de 22 años y a punto de graduarse en Políticas, que prefiere no dar su apellido porque ha empezado a trabajar en un ministerio. Él votó a Adrian Zandberg, el segundo favorito entre los más jóvenes. Con un 18,7% de apoyos, representa la opción más progresista, con el partido Razem (Juntos): “Yo también defiendo la libertad, pero uno solo es realmente libre cuando tiene seguridad económica, y esta seguridad la tiene que proporcionar el Estado”, rebate.
El joven Wichary, casado, con un hijo y con intención de tener al menos cuatro más, valora las propuestas de Confederación de mano dura en la frontera, de bajar impuestos, aunque él aún no los tiene que pagar, de tener la opción de escolarizar en casa y de no pagar la seguridad social. “No es moral pagar el tratamiento de las enfermedades de alguien con el dinero de otra persona”, dice el estudiante de Teología, protestante, que propone la caridad como alternativa. A Krawczyk, que tampoco tributa, le gusta también lo de los impuestos —“no solo rebajarlos, sino simplificarlos”— o impedir que Ucrania entre en la OTAN o la UE. En cambio, tiene dudas sobre los ataques a la UE, a los derechos LGTBI, y se revuelve cuando Wichary habla de restringir aún más el aborto.
El doble de hombres que mujeres
El voto a Confederación es principalmente masculino. Según Ipsos, votaron a este partido un 19,7% de hombres frente a 9,8% de mujeres. “Quizás esto es políticamente incorrecto, pero creo que biológicamente las mujeres se inclinan más por políticas sociales y los hombres quieren ser responsables de sí mismos, son más liberales y no quieren que el Estado les diga qué hacer”, sostiene Machulski, que es consciente del alcance de invocar cuestiones biológicas. “Una feminista me mataría ahora mismo”, añade tras su razonamiento. Górecki, que tiene estudiadas las razones culturales y sociales, apunta a que Mentzen conecta con algo más aspiracional entre los hombres: “Tener un negocio de éxito tiene más prestigio que ser profesor universitario”, dice este académico.
Confederación maneja muy bien las redes sociales, especialmente TikTok, donde se informan y entretienen los jóvenes. “Nuestros votantes no creen en los medios de comunicación. Piensan que son unos mentirosos”, afirma Machulski, que se metió en el partido con 16 años. Estos s notan además que los partidos tradicionales “no hablan el idioma de las redes con fluidez, y eso no es atractivo”. Pero aunque las redes les han servido para crecer en ese segmento de población, tienen límites para aumentar su electorado hacia grupos más mayores: “Es difícil porque no le gustamos a los medios, pero intentamos llegar a ellos a través de sus hijos y nietos”. Górecki también cree que su ideología extremadamente tradicionalista les impedirá ensanchar su base.
Como el Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen, Machulski explica que el partido ha hecho un proceso de desdemonización. “Los políticos más polémicos ya no están con nosotros”, afirma. Grzegorz Braun, por ejemplo, antisemita, antieuropeísta, antivacunas. El político radical sorprendió en la primera vuelta al situarse en cuarta posición, con un 6,3%, con su nuevo partido, Confederación de la Corona Polaca.
La suma de los votos de Braun, junto con los de Nawrocki y Mentzen, superan el 50%, pero si se añaden otros candidatos marginales de extrema derecha, el porcentaje llega al 54%. Estos datos pintan una Polonia muy conservadora, fuertemente inclinada a la derecha, pese a que la victoria liberal en las legislativas de 2023 se vio como un dique de los valores europeos frente al populismo. Todos comparten —con diferentes grados de hostilidad, pero siempre en niveles altos— su rechazo a la inmigración, a los derechos del colectivo LGTBI, al aborto, a las políticas verdes, a Bruselas, a las ayudas sociales a los refugiados ucranios. Machulski presume de que Confederación ha conseguido que los principales partidos, incluyendo el centroderecha de Tusk, le hayan comprado algunas de sus posturas más duras, por ejemplo su rechazo al pacto verde europeo y al pacto migratorio.
Andrzej Rychard, un reconocido sociólogo de la Academia Polaca de las Ciencias, cree, sin embargo, que “el país se dirige hacia la modernidad, con mayores niveles de educación y secularización”. “Pero no va rápido”, reconoce. “No hay un aumento de la derecha radical, sino una desafección del centroizquierda”, afirma. La victoria de los liberales en 2023, que marcó un giro político tras ocho años de Gobierno ultraconservador, estuvo impulsada por el voto de las mujeres y los jóvenes. El incumplimiento de algunas promesas ha generado una decepción que se ha manifestado en una caída de la participación de los liberales en la primera vuelta.
Los jóvenes vuelven a ser claves este domingo. Rychard cree que el voto de Confederación, “muy heterogéneo”, se irá en su mayoría al ultraconservador Nawrocki, más cercano a Mentzen. Una parte, minoritaria, se inclinará por el candidato de PO, y el resto se quedará en casa, que es a lo que aspiran los liberales. Machulski, portavoz de Mentzen, cuenta que buena parte de su campaña se ha centrado en atacar al liberal Trzaskowski, alcalde de Varsovia. “Le consideramos una amenaza y el sistema [de poder] estará completo con él en el palacio presidencial. Será una marioneta de Tusk”. En Polonia, el jefe del Estado tiene algunas competencias clave, como el poder de vetar la legislación o el nombramiento de jueces.
Mentzen no ha revelado a quién votará, pero parece evidente que no apoyará al candidato liberal. El joven Wichary tampoco lo hará, a pesar de que en las cuestiones económicas que tanto le importan, el liberal PO está más cerca de sus tesis que el PiS en el que se apoya el candidato ultraconservador, que aboga por una política de redistribución de riqueza. Al final, esa ansia de libertad que decía se desvanece cuando se trata, por ejemplo, de los derechos de las mujeres: “Nawrocki es un tío raro, pero para mí el aborto no es negociable”.
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