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La CFE vuelve a ser pública: el gobierno inyectará más energía a un país en crecimiento

México ha proyectado una inversión de 22.000 millones de dólares para reformar el sistema eléctrico y trata de combatir el fraude del consumo doméstico

CFE
Carmen Morán Breña

El consumo energético de un país es un eficaz medidor del crecimiento industrial y el bienestar doméstico y los apagones que sufre México evidencian un sistema al límite de su capacidad y de su técnica, razón por la cual la presidenta Claudia Sheinbaum ha informado recientemente de una inversión de más de 22.000 millones de dólares para inyectar 22.674 megavatios al sistema eléctrico nacional y otros 6.400 más de generación privada. Se trata de proyectos eólicos, fotovoltaicos y de ciclo combinado que permitan un mejor desarrollo industrial, pero también servir luz a más de medio millón de hogares que aún no tienen. A la par, la Comisión Federal de Electricidad, que acaba de estrenar su nuevo estatus de empresa pública, prosigue con sus planes para modernizar el servicio, con la instalación de medidores digitales y renovación de reformadores. En México, alrededor de un 5,3% de la energía no se cobra por fraudes o resistencia ciudadana y una cantidad similar se pierde en el proceso de distribución. La energía es un capítulo en el que la modernización del país está exigiendo un nuevo salto, pero el organismo nacional arrastra pérdidas históricas.

Paseando por cualquier calle se aprecia cómo los puestos ambulantes enganchan sus tomas eléctricas al cableado público y hay zonas de resistencia social que ni permiten que entre el personal a medir el consumo de luz en los domicilios. Son populares también los famosos diablitos, un sistema para falsear el consumo real de luz en los hogares y desde hace décadas movimientos políticos y sociales pelearon por la ausencia de tarifas o precios menores en zonas pobres o de alto consumo por el calor. Pero también hay algunas grandes empresas que se mueven en la irregularidad y otras en manos de crimen, que todo lo atraviesa en México. Todas ellas son vías de fraude que impiden ingresar el dinero debido. De tanto en tanto, acuerdos alcanzados permiten recuperar parte de las deudas, aunque el promedio de cobranza está alrededor de un 97%. El porcentaje que se pierde viene disminuyendo, en cualquier caso, desde 2010, en buena medida por los esfuerzos de la CFE para modernizar los sistemas de medición y en la actualidad, solo un 26% de los contadores instalados son electromecánicos, es decir, de tecnología antigua. Las campañas para renovar el sistema prosiguen.

A pesar de todo ello, y salvando las áreas de resistencia ciudadana o de corrupción, “el sistema funciona razonablemente bien”, dice César Hernández, que fue subsecretario de Electricidad en el gobierno de Peña Nieto. “Comparado con la irregular facturación y cobros del agua se puede decir que funciona como en Suecia”, explica.

En las últimas semanas, se ha extendido por las redes sociales que la CFE estaba llevando a cabo el plan “Casa por casa” para instalar medidores inteligentes, revisar posibles conexiones ilícitas y notificar deudas, algo que han desmentido en la Comisión. Son, dicen, tareas rutinarias sostenidas en el tiempo, nada de un plan específico. Con campaña o sin ella, Hernández cree que está en los planes de la CFE, lógicamente, disminuir las pérdidas por esas vías y no descarta que las clásicas peleas sindicales al interior del organismo conviertan el asunto en algo “espinoso”. Las licitaciones de nuevos aparatos domésticos y los contratos involucrados suponen miles de millones en un mercado tan extenso como el mexicano. Hernández opina, en todo caso, que es razonable tratar de modernizar el sistema con la tecnología inteligente de que se disponen en la actualidad. Aunque las pérdidas del sistema sean apenas del 10% resultan en miles de millones que se dejan de ingresar en una comisión deficitaria. El año pasado el organismo registro pérdidas totales que superan los 271.000 millones de pesos. Además, la electricidad tiene una fuerte dependencia del gas estadounidense, que alcanza entre el 60% y el 80% del utilizado en la generación de energía. Con todo, “es el gas más barato del mundo y México tiene la ventaja de que cuenta con excelentes conexiones desde Texas”, señala Hernández. Cuando se congelan esos gasoductos, el suministro de luz también se resiente.

A mediados del siglo XX, el Estado fijó tarifas subsidiadas de electricidad en zonas rurales y pobres, subvenciones que se consolidaron en los años setenta para garantizar el a la luz. En este siglo hay también ayudas a quienes presentan un bajo consumo, pero todo ello ha sobrecargado en miles de millones el precio que debe afrontar el Gobierno. En la actualidad el precio de la luz es muy bajo, incluso en zonas acomodadas, comparado con otros países. “Hay que meter inversión y reforzar el sistema de generación con nuevas plantas”, dice Rodrigo Ocón Valdez, profesor de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón, en el área de ingeniería eléctrica de la UNAM. Se muestra acorde con los planes presentados por la presidenta, aunque afirma que los fraudes callejeros a la vista de todo el mundo no se combaten por cuestiones políticas. “Subir el precio de la luz tampoco es algo que guste a la gente”, se ríe al teléfono. Las pérdidas no técnicas, como se califican eufemísticamente a estos fraudes, “tampoco es fácil controlarlas en algunas zonas, donde los grupos de choque complican la situación”, dice. De cualquier modo, el consumo doméstico no es la parte del león, puesto que representa el 89% de los s, pero solo el 24% de los ingresos por facturación.

México está inmerso en esta nueva realidad económica que demanda mayor suministro eléctrico y lo hace ahora a partir de una CFE pública que el pasado 21 de abril se estrenó con la primera sesión de un consejo de istración renovado y presidido por la secretaria de Energía, Luz Elena González Escobar. El profesor Ocón Valdez echa mano también del Plan México anunciado por la presidenta para incrementar la producción en el país con destino al consumo mexicano: “En este capítulo de la energía también sería necesario que buena parte de lo que se necesita para construir las nuevas centrales se produjera en México, porque tradicionalmente se recurría para ello a mercados extranjeros que proporcionaban precios más asequibles”, dice. Tampoco descarta la participación privada e, incluso, en un futuro, empresas que entraran en competencia con la propia CFE, pero, por el momento, dice, la inversión pública y la producción interna podrían ser un buen motor de crecimiento.

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.
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