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El homenaje a un general siniestro de la guerra sucia en México evidencia el poder de los militares

El secretario de Defensa de Sheinbaum rinde honores a Hermenegildo Cuenca Díaz, artífice de los vuelos de la muerte

Homenaje a Hermenegildo Cuenca Díaz en el Panteón Dolores, en Ciudad de México, el 14 de mayo.
Carmen Morán Breña

El homenaje de Estado concedido a Hermenegildo Cuenca Díaz, el general de los vuelos de la muerte en plena Guerra Sucia, da una medida del poder que tienen los militares hoy en México, donde nada parece dañar su imagen. Los restos del secretario de la Defensa en tiempos de Luis Echeverría fueron depositados este martes en un nicho de honor en el Panteón de Dolores de la capital, con la presencia del secretario Ricardo Trevilla Trejo y la plana mayor del Ejército, cuya comandanta suprema es la presidenta Claudia Sheinbaum. “Por el honor de México”, se leía en letras doradas tras el cortejo de militares que acompañaba a la hija del general fallecido en 1977. En plena democracia mexicana, un secretario del gabinete de izquierdas de Sheinbaum ha rendido honores a uno de los hombres a quienes los archivos históricos del país señalan como el principal firmante de las órdenes de “exterminio” que acabaron con la vida de numerosos opositores al régimen más corrupto y sanguinario que ha tenido México. Lo del “exterminio”, por cierto, lo publicó el gobierno mexicano en el sexenio de Andrés Manuel López Obrador. La Guerra Sucia dejó 10.000 víctimas en México.

Trevilla Trejo no solo es militar, es un secretario del Gobierno, el responsable de la defensa nacional, quien estos días está tratando de frenar las leyes que la presidenta quiere modificar para otorgar mayores poderes a su secretario de Seguridad, Omar García Harfuch. En lugar de mantener un perfil bajo mientras pelean la política pública, el general ha decidido conceder honras a tan siniestro personaje. El Ejército mexicano, al contrario de otros países, no puede definirse ni de izquierdas ni de derechas, aunque mantiene los valores conservadores y jerárquicos propios del cuerpo armado. En el último sexenio escalaron amplias cotas de poder en el mundo civil, donde se han erigido en constructores y guardianes de aeropuertos, trenes, bancos y aduanas, unas encomiendas que conservan hoy en día. No es la primera vez que un homenaje suscita críticas entre la población, ya sucedió con Salvador Cienfuegos, extraditado desde Estados Unidos, donde fue capturado por supuestas relaciones con el narcotráfico, y a quien la Fiscalía exoneró en México y el presidente López Obrador concedió un homenaje. El caso de Cuenca Díaz, sin embargo, deja muy corto el episodio de Cienfuegos en términos de historia política.

Hermenegildo Cuenca Díaz, en una imagen sin datar.

Sin ahorrar críticas a los “privilegios” que goza el Ejército en México, el maestro de la Universidad de La Salle y profesor en la UNAM Alejandro Martínez Serrano enmarca el sorprendente acontecimiento de este martes en la tradición militar, un cuerpo “que sigue gozando de un fuero propio y cuyos privilegios se han extendido en los últimos años por encima de la ley, algo muy peligroso”, advierte. ¿Quién será el valiente que se los quite?, se pregunta el académico. “Hay un doble discurso en la 4T, por un lado, el del Gobierno, que critica aquellos años de represión de Echeverría y la Guerra Sucia, y por otro el reconocimiento sin crítica a protocolos militares como este. ¿Quién se subordina a quién?”, vuelve a preguntarse Martínez Serrano.

La investigadora del Colegio de México y experta en Seguridad Mónica Serrano necesita meterse en los zapatos del Gobierno para poder explicarse un homenaje público como ese, que a tantas víctimas y organizaciones de derechos humanos ha puesto los pelos de punta. “Era innecesario, podrían haberlo dejado pasar y nadie se hubiera percatado, parece un desafío”, dice. Pero tratando de comprender por qué se ha hecho, quiere pensar que la situación actual del Ejército mexicano es delicada, porque enfrenta situaciones muy duras donde muchos de los uniformados pierden la vida, “incluso aunque es conocido que a veces se exceden con el uso de la fuerza”. Intuye que es una forma de reconocimiento al Ejército en esas funciones de defensa contra el narco, aunque ese homenaje le parece una “reacción exagerada”.

“Desde luego esto no se puede entender como una acción de un gobierno de izquierdas”, dice Martínez Serrano, “porque la izquierda y los militares han sido siempre como el agua y el aceite, al menos están más vinculados al espectro conservador y de valores familiares de la derecha”, afirma. “Es una locura”. A su parecer, el asunto tiene que ver con la corrupción y los privilegios con los que cuenta, dice, el Ejército en México cuando, por ejemplo, construye el Tren Maya sin que se puedan fiscalizar públicamente sus acciones. Como quiera que sea, el asunto no ha levantado gran polvareda política, aun a sabiendas de las atrocidades que se cometieron bajo la batuta de Cuenca Díaz y el presidente Echevarría, ni una pregunta en la Mañanera a la presidenta sobre el caso.

Algunos de los gestos más relevantes cuando Sheinbaum subió al poder se dieron en el ámbito militar, que recibía por primera vez a una mujer como comandanta suprema de las Fuerzas Armadas, como siempre ha querido denominarse. Y ella, como el anterior mandatario, se han defendido siempre de las críticas de militarización que les dedicó la oposición y algunos de los propios en repetidas ocasiones. El responsable último, dicen, es el presidente, un civil. Visto así, la responsable última de que se hayan rendido honores a Cuenca Díaz por parte de un secretario de Estado es la presidenta. “La historia política lo juzgará y lo encontrará un error”, sostiene Martínez Serrano.

Mientras eso llega, si llega, la población parece inmune a acontecimientos como este. La presidenta goza de una popularidad y estimación ciudadanas enorme en las encuestas. Y el Ejército, también. Es improbable que se hubiera autorizado la presencia de personal del actual gobierno en un homenaje a cualquier otro secretario de Echeverría, pero aquí se trata de militares y el protocolo manda sobre la lógica política.

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.
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