El móvil, ladrón de infancia
Los lectores escriben sobre el uso de la tecnología por los niños, la conciliación laboral, la contaminación de la industria textil y la entrevista de Broncano a Jane Goodall

Según recientes estudios, la mayoría de los niños de entre 4 y 12 años pasan un excesivo número de horas delante de una pantalla con consecuencias nefastas en su salud física y mental. Sustituir los característicos juegos en los que tan presente ha estado siempre el movimiento, la imaginación y la socialización por actividades sedentarias, estereotipadas y solitarias supone privar a la infancia de su esencia. Es en esta etapa cuando se forja la personalidad posterior del individuo. Necesitamos devolver a la fugaz niñez esas experiencias que, aunque sean pasajeras, perduran en el ser toda la vida. La mirada del niño es capaz de llenar el mundo cotidiano de seres y lugares fantásticos sin la necesidad de una pantalla que los proyecte. ¿Quién no ha hecho hablar alguna vez a una cuchara y no ha visto en las nubes maravillosas carrozas?
Inés Piquer Amorós. Valencia
La otra lucha
Una jornada de ocho horas era lo que miles de trabajadores reclamaban en 1886. Siglo y medio después, muchas personas seguimos luchando por algo igual de básico: el derecho a conciliar. El teletrabajo es una de las formas más cercanas a ese ideal, pero proponerlo como opción permanente aún se interpreta como una falta de compromiso. A mí me costó un contrato no renovado. La conciliación es el nuevo frente de batalla. Se libra sin pancartas ni huelgas, sin mártires y en silencio; entre reuniones extendidas, tareas domésticas y mensajes a deshoras. Y siempre con la sensación de estar fallando en todo. Que cuidar de la vida personal no se traduzca en permisos, descuentos o favores. Conciliar no debería ser un privilegio cuando es un derecho laboral. Tal vez no se trata de trabajar menos, sino de poder vivir sin sentir que pedimos permiso para hacerlo.
Benilda Babilonia Aguirre. Gijón
El lado oscuro de la moda
Cada vez compramos de manera más masiva y recurrimos a la fast fashion, la moda más económica pero a la vez más perjudicial para el medio ambiente. Parece que no nos importa la contaminación que provoca en el mundo, ni las malas condiciones y la explotación laboral sobre la que se sostiene, ya que prima más tener un outfit en tendencia y barato que cualquier otra cosa. Acudir a esas tiendas casi semanalmente se ha normalizado, un acto que obliga a producir más y más, haciendo perenne ese bucle insano para el planeta y para los trabajadores. Es urgente mejorar nuestros hábitos de consumo para cambiar el mundo y tener un futuro más justo.
Claudia Flores Moreno. Valencia
Broncano, ‘please’
Broncano lo ha vuelto a hacer: jugar a intérprete de conferencias en su entrevista de este miércoles a Jane Goodall en inglés. Me resulta un desprecio a un personaje de tal relevancia, a la audiencia del programa (por entregada que esté) y a la propia lengua inglesa (masacrada sin piedad) la pobre traducción al español realizada por el presentador de las palabras de la etóloga inglesa. Goodall, como buena observadora que es, entendió rápidamente que podía ser mejor recurrir al repertorio gestual de los primates, y ahí ella y Broncano sí se entendieron bien.
Lourdes Pilar de Rioja Marrero. Bruselas
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